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¿CUAL ES DEL ORIGEN DEL TEJIDO.?





EL TEJIDO ORÍGENES.


Una de las actividades más antiguas que realiza el hombre es el arte de entrelazar las fibras textiles animales o vegetales para protegerse de las adversidades climáticas esta necesidad se remonta al comienzo y viene prácticamente desde sus orígenes: LA TEXTILERÍA, pues muy pronto el hombre vio la necesidad de cubrir su cuerpo y protegerse de las inclemencias del clima, fue una necesidad humana de protegerse del frío, de la lluvia, y de otros efectos climáticos. Se puede afirmar que en esa época se realizaron los primeros entrecruzamientos de fibras; fue ése el remoto principio de la industria textil.






Se puede situar según los indicios arqueológicos el origen de la manufactura textil dentro del Paleolítico Superior, que oscila entre los 35,000 y 10,000 a.C. periodo de la pre historia. Lo primero que utilizó fueron las pieles de los animales que cazaban para su alimentación y que muy pronto aprendió a utilizarlas y luego coserlas utilizando agujas hechas de huesos y como hilos utilizó tendones, tiras de piel y tripas. Más adelante entre los 9,000 a 4,000 a.c en el Neolítico el ser humano aprendió a tejer e hilar dando inicio a la utilización de fibras vegetales y animales como el lino, cáñamo y la lana para hacer los hilos y crear sus tejidos.


Las leyendas históricas y monumentos de pueblos primitivos se refieren a los vestidos; en las antiguas tumbas de los reyes egipcios se encontraron momias recubiertas de tejidos de lino y algodón. Respecto a las primeras civilizaciones, en Egipto, ya se hacían prendas más elaboradas y como material principal, se utilizaba el lino; mientras que en Mesopotamia, se solía vestir con largos mantones de lana adornados con franjas de colores vivos, pliegues y mechones de tela.
Los egipcios y babilonios cultivaban linaza, y posteriormente, los fenicios la intercambiaron con otros pueblos de la región. Los egipcios desarrollaron una sofisticada “industria” del lino. La consideraban una fibra tan valiosa que incluso se llegó a utilizar como moneda. Se consideraba símbolo de ligereza y pureza, y llegó a convertirse en una muestra de riqueza en la vida de ultratumba. Las mortajas de los faraones importantes solían estar hechas de 1,000 metros de lino de la mejor calidad, y algunas estaban tan bien hiladas y tejidas que todavía no han podido imitarse mediante métodos modernos.
Se cree que la seda natural se conoció y empezó a emplearse en China 4000 años a.C. De China se difundió a la India y a Siria desde donde, luego, los mercaderes occidentales la llevaron a Roma en el primer siglo de nuestra era.
A principios del neolítico aparecen las técnicas del hilado y del tejido. Estas técnicas florecieron cuando el hombre no sólo cultivó el lino para hacer lienzos, sino que empezó también a esquilar los animales para aprovechar su lana. El progreso gradual del hilado y del tejido puede seguirse en los restos de telares y otros implementos encontrados en las excavaciones.
El hilado y el tejido suponen tres grandes inventos. Ni el lino ni la lana aparecen en condiciones de ser hilados de inmediato.

El lino se arrancaba por las raíces y las semillas tenían que ser descascarilladas o desprendidas de los tallos por medio de un instrumento parecido a un peine. Después los manojos de lino eran enriados, esto es, la parte leñosa de las fibras se dejaba pudrir para poder separarla fácilmente de las fibras que había dentro del tallo. Espadiñando el lino batiéndolo con mazos de madera sobre piedras planas, se eliminaban las partes leñosas.
En la misma forma se recogía la lana después de esquiladas las ovejas. El vellón era entonces cuidadosamente lavado para eliminar la suciedad y la grasa. Enseguida se cardaba la lana (se peinaba con cepillos con respaldo de cuero llamados “cardas”.
Las fibras de lana se tendían así paralelamente y se limpiaban para formar una mecha que enseguida se colocaba sobre una horquilla (la rueca) para hilar.
Las largas fibras de lino se unían torciéndolas para formar un hilo flojo, a medio torcer, llamado “primera de torsión”. Los rollos de este hilo o mechas de lana quedaban listos así para la segunda operación de importancia: el hilado. Su característica fundamental era una combinación de torcido y estiramiento del lino, retorcido inicialmente como ya se indicó, o de la mecha, en una hebra de grosor y resistencia uniformes. Esto se lograba adhiriendo la mecha a un huso consistente en un palo delgado que llevaba un disco de arcilla o piedra, llamado “volante”.
Dejando caer el huso, un buen trozo de la mecha se estiraba y retorcía gracias a la rotación del huso. La hebra así formada se devanaba en el huso y la operación se repetía. Así se obtenían carretee; de hebra de lino o de lana. El producto obtenido se lavaba, blanqueaba o teñía en la forma deseada.


Finalmente venía la tercera operación: el tejido. La modalidad más sencilla de telar era un marco con una serie de hilos paralelos que pasaban generalmente por encima de la cabeza del tejedor a una vara horizontal y se mantenían tensos atando un peso a cada uno. Esta serie de hilos, colocada en el telar, se llamaba “la urdimbre”.
La experiencia adquirida en la fabricación de cestas y en el tejido de esteras se utilizó para elaborar los tipos primitivos de tela o lienzo. Entre los hilos tensos en la urdimbre se tejía entonces la trama para formar un tejido.
Esta operación se simplificó muy pronto gracias a alguien que tuvo la brillante idea de hacer correr uno de cada dos hilos de la urdimbre haciéndolo pasar por un pequeño bucle o presilla de hilo sujeto a una vara. Cuando esta vara se impulsaba hacia adelante, se levantaban los hilos alternativamente y el hilo de relleno podía pasar fácilmente entre las dos series de hilos y, con presión, unirse a los otros hilos de relleno para hacer una tela consistente.
En Grecia se utilizaba el lino, la lana, el algodón y la seda. El vestido más antiguo, era la exomis una túnica griega usada por los trabajadores y la infantería ligera. Esta reemplazó en gran medida al viejo quitón como la túnica principal de los hoplitas (soldado griego) a fines del siglo V a. C. Se componía de dos rectángulos de tela.
En Roma el manto más famoso de los romanos y quizás de todos los tiempos, era la toga que consiste en una larga tela de alrededor de 6 metros de longitud. Se portaba enrollada alrededor del cuerpo de una manera especial, símbolo de la ciudadanía masculina. Inmenso y pesado chal, siempre de lana y blanco, daba trabajo al gremio más próspero de las ciudades romanas el gremio de los lavanderos de togas, que las blanqueaban con orines y otros productos repelentes. La toga era forzosa vestirla con la ayuda de una mujer o un esclavo. No obstante, a partir del siglo III EC comienza su declive en favor de una toga menos pesada y ajustada al torso con un procedimiento aún desconocido (toga contabulata) y sobre todo del palio griego, de lejos más ligero y manejable.

En el caso de las mujeres la prenda más usada era la estola, La vestimenta característica de las mujeres romanas equivalente en cierto modo a la toga de los varones. En la época primitiva de Roma la toga, o la versión más rudimentaria de ésta, fue usada tanto por varones como por mujeres. Sin embargo ya en época temprana, y posiblemente influenciada por el khiton griego, las mujeres la sustituyeron por la estola.

La estola era una vestidura plisada y larga hasta los pies, que se llevaba encima de una túnica interior (túnica íntima). Generalmente tenía mangas y se sostenía con tirante.
En nuestro continente (América) los textiles andinos pre hispánicos datan de hace 8,000 años a.C., y se originan como cobertores confeccionados a partir de fibras vegetales como el junco, totora o agave y fueron utilizados para cubrir las precarias viviendas construidas por las sociedades cazadoras-recolectoras de esos tiempos. Posteriormente con la domesticación de camélidos, algodón y la aparición del telar, aproximadamente 3,000 años a.C., los tejidos adquieren una connotación superior a las necesidades domésticas, siendo portadoras de connotaciones religiosas y suntuarias, alcanzando su máximo esplendor durante la época Inca donde se les consideró uno de los elementos de tributo de mayor valor.

Más de 600 años después, las técnicas ancestrales siguen vivas y son parte de la tradición de las comunidades andinas.