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La evolución de la Moda en la sociedad.




La forma de vestir es una parte importante de la sociedad occidental actual. Aunque siempre ha determinado el estatus o la clase social de una persona, ahora también determina el grupo social al que dicha persona pertenece dentro de una misma clase. Aunque inicialmente el vestido comenzó como una necesidad básica que protegía al ser humano evolucionado de las inclemencias del tiempo, ya que ha tenido que sustituir el pelo que perdió con la evolución por pieles de otros animales u otros productos vegetales, con el tiempo el vestido ha ido adquiriendo un carácter estético, y se ha visto sujeto a los cánones de la moda y a las necesidades de cada época.

La vestimenta aparece con la necesidad del Homo Sapiens de protegerse del frío con las pieles de los animales que cazaba. En el neolítico, el hombre ya sabe hilar y tejer, pero la vestimenta que usa aún no se adapta al cuerpo, aunque algunas ya tienen dibujos ornamentales. En Egipto se utiliza el lino para elaborar las prendas de vestir y estas comienzan a ser más elaboradas. La base del traje egipcio era el shenti, una pieza de lino que envolvía las caderas sujeta con un cinturón. Más adelante, apareció el calasiris, una prenda de lujo consistente en una túnica ceñida. Las mujeres utilizaban una túnica larga y ceñida llamada blusa, teñida de distintos colores según el estatus social. En Mesopotamia, Persia, Grecia y Roma se usaban variaciones de estas túnicas en distintos colores y materiales, desde la lana siria hasta la seda oriental.


El concepto de moda tal y como se entiende actualmente surgió en el Renacimiento. Aparecen, así, profesionales de la costura que se esforzaban por crear trajes ricos y originales, de vivos colores y formas imaginativas, otorgando gran relevancia a las mangas, los pliegues y las caídas de tela. En esta época se usaba el calzón corto bombacho, el jubón (prenda ajustada al cuerpo que se llevaba sobre la camisa) y adornos como la gorguera. Para la vestimenta femenina hizo su aparición el corsé, que ceñía la cintura y ensalzaba el busto, y el miriñaque o crinolina, una base de tela, crin de caballo y aros metálicos que daba forma acampanada al vestido. 

Es asombroso que no llevemos túnicas griegas, aunque sí que llevamos sandalias inspiradas en el calzado griego, en verano. En cualquier caso, lo que tiene de espectacular este siglo con respecto a los demás es que no hay una moda uniforme. En los siglos anteriores el atuendo femenino era de una forma y el masculino de otra, dentro de ciertas diferencias personales y de clase social, todos vestían igual. Ahora no hay dos personas que lleven lo mismo. Una lleva pantalones y jersey y la de al lado falda larga y chaqueta, y la de más allá minifalda y camiseta. La moda de este siglo se basa en la diversidad.