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Feria en Gran Canaria será la isla invitada en GastroCanarias 2018.



En la presentación de esta Feria, hace pocos días, varios intervinientes reconocieron que nuestra isla vive un momento excepcional en la proyección de nuestros productos y en la creación de iniciativas gastronómicas atractivas y muy relacionadas con los productos locales. Y como muchas veces ocurre, tienen que proclamarlo nuestros visitantes para que nosotros valoremos la importancia del cambio que se está produciendo. Nuestros productos empiezan a ponerse de moda. Solo falta mirar los premios que están cosechando los quesos, los vinos, la miel, o las frutas y comprobar la presencia creciente en nuestros mercados de esta producción local que gana cada día aprecio y demanda.

Esta transformación no se reduce a los cambios gastronómicos, siendo muy importantes. Influye decisivamente en la recuperación de una isla equilibrada, que respeta su medio ambiente, que valora su espacio rural y la necesidad de que quienes nacieron o decidieron vivir en ese entorno, tengan una calidad de vida que les permita asentarse y prosperar. Una gastronomía pujante significa consumo de productos locales, reducir la dependencia del exterior y avanzar hacia la soberanía alimentaria. La recuperación de nuestros paisajes cultivados y atendidos nos hace más atractivos para nuestros visitantes y humedece nuestras medianías y las cumbres previniendo incendios que avanzan donde no hay plantaciones.

Habíamos tocado fondo. Hace pocos años importábamos casi el 96% de lo que consumíamos. La superficie cultivada disminuía cada temporada. Nuestros productos eran barridos del mercado porque no podíamos competir en precios y además había una insuficiente distribución y escaso apoyo para la proyección interior y exterior. No contábamos en las principales ferias gastronómicas. Esta situación tuvo una enorme repercusión entre nuestros paisanos que tuvieron que abandonar sus tareas tradicionales, fueran agrícolas o ganaderas porque no podían subsistir.



Cuando desde el Cabildo de Gran Canaria decidimos impulsar un proyecto de desarrollo integral que conocemos como ecoisla estábamos pensando en esta realidad. La nueva forma de relacionarnos con nuestro medio natural supone desarrollar cambios en muchas direcciones: recuperar nuestras producciones agrícolas y ganaderas, avanzar hacia la soberanía alimentaria, ser autosuficientes en la producción de agua, impulsar las energías limpias y reducir la dependencia de las energías fósiles, aumentar la superficie arbolada, recuperar nuestro paisaje tradicional.

El uso de alimentos locales y naturales contribuye directamente a estimular y apoyar la actividad agrícola, mejorar el atractivo del destino Gran Canaria, empoderar a la comunidad, generar orgullo y reforzar la identidad de nuestra isla relacionándola con buenas y originales experiencias gastronómicas. Una gastronomía sostenible crea vínculos entre la tierra, las personas y la comida y da lugar a una experiencia auténtica de cultura local. A mejorar el medio ambiente y la salud. Pero una gastronomía atractiva, excelente, no se improvisa. Supone impulsos, acuerdos, apoyos, liderazgos muy amplios que relacionen a todos los agentes que intervienen en este proceso complejo. A agricultores, a ganaderos, a pastores, a comerciantes, a restauradores, a hoteleros, a educadores, a investigadores, a empresarios, a trabajadores, a comunicadores, a consumidores, a los artistas y a políticos de todas las administraciones. Es necesaria una red enorme que coincida en conocer, valorar, aprovechar y difundir una gastronomía que supone una riqueza natural que nos hace únicos en la producción, en la elaboración, en la diversidad y por tanto en el placer de compartirla.

Muchos de estos actores nos demandaron que desde el Cabildo de Gran Canaria diéramos un paso al frente y creo que juntos lo hemos dado. En primer lugar establecimos un objetivo común: valorar y apoyar el producto de nuestra tierra y favorecer su difusión a través de todas las consejerías relacionadas con el sector primario, con el turismo, con el comercio y la artesanía, con el medio ambiente, con el desarrollo económico. Reconocer nuestros productos no basta si no facilitamos al mismo tiempo su consumo y su transformación en gastronomía innovadora, atractiva, de calidad. Y la segunda acción fundamental consistió en dar protagonismo al sector, darle voz, participación y liderazgo porque son los que realmente saben, los que se esfuerzan y exponen su trabajo y sus recursos cada día. Para hacerlo real se han multiplicado los convenios, los programas de apoyo, las ferias y exposiciones donde se muestra lo que cada día se produce. Estoy convencido que la gastronomía de Gran Canaria está de moda y valorada porque desde el agricultor y el ganadero que inician el proceso hasta el comerciante, el cocinero o el empresario que lo distribuyen o lo reutilizan se encuentran respaldados y se sienten parte de un proyecto colectivo muy ilusionante. El Consejo del Sector Primario con 40 organizaciones presentes y la Mesa de la Pesca y la Acuicultura con presencia de todas las cofradías, son una expresión de esta colaboración.

Las iniciativas para caminar en esta dirección están siendo innumerables. El programa «Gran Canaria Me Gusta» está sirviendo para afianzar la marca y coordinar todos los esfuerzos. Es una estrategia muy útil para aumentar la notoriedad y favorecer la promoción y comercialización de los productos locales, contribuyendo a incrementar y consolidar la presencia del tejido empresarial y productivo insular de los sectores agrícola, ganadero, agroalimentario y pesquero en los principales mercados de ámbito local y regional. Dando respuesta de esta manera a un déficit de atención en la comercialización y promoción de nuestro producto local producido hasta ahora, que se apoya en la variedad de productos y materias primas, en calidad, en actividad, en innovación, en turismo, en imagen internacional y también en actividades industriales, como la desarrollada en bodegas, queserías o almazaras, entre otras industrias agroalimentarias.