La gastronomía se considera modernamente como un arte.
Igual que en la en la pintura se combinan los colores, en la gastronomía combinamos los sabores y aromas, los colores y también los sonidos como en la música.
Pero no solo es un arte, que ha costado muchos años alcanzar, sino que es una rama de la historia de nuestra cultura y también de nuestra economía.
Enriquecemos nuestra mesa familiar, nuestros banquetes en fiestas y solemnidades, con los productos de nuestra tierra.
Disfrutar un espectáculo visual o auditivo durante un banquete es uno de los legendarios placeres principescos que llegan a través de la historia de la humanidad con múltiples imágenes de largas mesas con manjares, como un abigarrado éxtasis donde confluyen diversos estímulos.
Con una mirada analítica, el sentido del gusto y la comida como búsqueda de placer pueden abrirse paso cuando la necesidad fisiológica quedó superada, es decir, cuando el hambre no es lo que mueve la exploración. De algún modo, entonces, al disfrute artístico y sensorial se accede al superar la mera fisiología.
La riqueza sensorial llega también de la mano del superávit: son necesarios tiempo, recursos sociales, culturales y económicos, para abrirse a la fascinación estética de ciertos goces.
Fuente: http://dixit.guiaoleo.com.ar